Orgoglio e pace
Due parole mi hanno accompagnata in questo viaggio. Orgoglio
e Pace.
Orgoglio di appartenenza, orgoglio di essere al di la delle
definizioni. Essere basco e sentirsi fiero di questo.
Io ho sempre una punta di
invidia per chi riesce a sentire questo orgoglio forte, l’orgoglio di
appartenere a un luogo preciso, a me riesce difficile. Non che non sia
orgogliosa della mia terra, di essere italiana. Conosco le qualità del mio
popolo, le bellezze del territorio (naturali e artistiche), la nostra capacità
creativa, l’essere stati il germoglio di quest’Europa, e tanto altro. Adoro la
mia città natale, Milano e mi sento milanese, profondamente.
Però sento che dentro di me c’è tanto altro e non riesco a
sentire radici così profonde, come invece altri popoli e altre genti sentono.
Percepisco di appartenere davvero solo alla mia famiglia, e poi mi sento come
parte di un tutto. Non definita, in cammino. E continuerò a cercare fino a
trovare il mio posto nel mondo. Intanto osservo le genti e ne resto
affascinata. E assorbo un po’ della loro essenza.
Città fatte per le persone, per camminare,
sedersi, parlare. Dove le macchine sono un male necessario che viene limitato
il più possibile. E questa tranquillità porta pace anche in città. Città
circondate da colline verdi, dove la vita urbana si fonde con l’ambiente
circostante, ne diventa parte senza distruggere.
E questa sensazione di pace la voglio portare con me ogni
giorno, anche ora che sono tornata. Anche ora mentre il rumore di troppe macchine
entra nelle mie orecchie, voglio riuscire a crearmi uno spazio mio dove fuggire
quando sento di essere sopraffatta, dal rumore – dalla realtà – dalla quotidianità
che passa a volte troppo veloce, e quel luogo voglio che assomigli ai Paesi
Baschi. Voglio che sia un misto tra Laguardia, Ondarroa e Sare. I tre posti che
più mi resteranno nel cuore, forse perché erano esattamente quello di cui avevo
bisogno. E come sempre, chiedi e ti sarà dato.
Il viaggio – se si apre la mente
e si è disposti ad ascoltare – ti da sempre quello di cui hai bisogno.
Dos palabras me han
acompañada en este viaje. Orgullo y Paz.
Orgullo de pertenencia,
orgullo de ser – sin tener en cuenta las definiciones. Ser vasco y ser
orgulloso de esto.
Siempre he tenido algo
de envidia para quien siente este
orgullo, de tener un lugar preciso en el mundo, yo no lo consigo. No es tanto
no ser ogullosa de mi tierra, de ser italiana. Conozco muy bien las calidades de
los italianos, la belleza de su territorio, nuestra capacidad creativa, haber
sido el principio de esta Europa y mucho más. Amo, profondamente, mi ciudad – Milano
y me siento milanese.
Todavía siento de
tener por dentro mucho más de esto y no siento raíces así profunda como otros.
Siento de partenecer a mi familia y después me siento como parte de un
conjunto. Algo que aún no tiene definición, en camino. Y sigo buscando hasta
que no encontraré mi sitio en el mundo (dentro de mi). Entre tanto sigo mirando
la gente y sigo fascinada. Absorbiendo un poco de su esencía.
Paz, vagar por el País
Vasco lo que se siente de verdad es la paz. Muchos – creo – tiene que ver con
el verde, siempre rodeándonos, en ciudad cómo en las reservas de biosfera. De
verdad, si hoy – después de un mes desde el viaje – pienso en estas vacaciones
en mi mente nace esta palabra: PAZ.
Paz en la belleza del
paisaje en la Rioja Alávesa, paz en la playa de Ondarroa con las colinas
alrededor de nosostros. Paz en Sare, en los Pirineos. Paz en las ciudades con muchas
zona peatonal / ciclovías / amplias aceras. Ciudades que están hechas para las
personas, para andar, sentarse, hablar. Donde los coches son males necesarios y
por eso limitad lo más posible. Y esta tranquilidad trae la paz aún en ciudad.
Ciudades rodeadas por verdes colinas, donde la vida urbana se funde con la naturaleza
hasta convertirse en parte de esa.
Esta sensación de paz
es lo que quiero traer en mi vida. Aún ahora que siento los ruídos de los
coches (los demasiados coches), quiero construirme un espacio en mi mente en
que me puedo refugiar si la vida de todos los dias se hace demasiado pesada. Y
este espacio tendrá la forma del País Vasco, una mescla entre Laguardia –
Ondarroa y Sare. Los tres sitios que siempre estarán en mi corazón – quizás porque
han sido la respuesta a las necesidades de mi alma.
El viaje – si la mente está
abierta – siempre te dona lo que necesitas.
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